Cuántas veces vamos por la carretera y vemos las ruinas de lo que en su día fue una gran mansión, un modesto negocio o una factoría que impulsaba la economía del municipio. Edificios que en su día albergaban el ritmo frenético de sus gentes, y ahora, solamente son un mero recuerdo o una suposición de lo que fueron.
La buena noticia es que esta situación está cambiando. Se ha despertado un movimiento para recobrar la memoria histórica de los edificios que en su día fueron una pieza relevante para la sociedad, y de esta forma, transmitirla a las nuevas generaciones. Aprendiendo del pasado, mejoramos el futuro.
Desde bien pequeña siento una gran atracción por el sector textil: descubrir nuevos materiales, aprender nuevas técnicas y conocer su origen. Ver de cerca cómo se confeccionaban las prendas de antaño te hace valorar aún más el trabajo que ha supuesto su evolución hasta la fecha. Bajo este objetivo, descubrí la centenaria fábrica de La Encartada, situada en el casco antiguo de Balmaseda, en la provincia de Vizcaya, País Vasco. Una fábrica textil del siglo XIX especializada en la producción de géneros de punto de lana hasta su cierre en 1992, cuyo producto estrella eran las boinas. Me resultó muy sencillo imaginarme la fábrica en pleno funcionamiento, ya que las máquinas se encuentran en marcha y se conserva intacta toda su tecnología.